AÑO 3 NO. 16 || 15 . ENERO . 2013
REVISTA ELECTRÓNICA TRIMESTRAL DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE LA SALLE BAJÍO

La seguridad social en México: “la oportunidad para un cambio profundo”.

Artículo presentado por: Lic. Ernesto Sandino Martínez González.
Catedrático de la Facultad Derecho
Universidad de la Salle Bajío A. C.

 

Nadie puede negar que la creación de la Ley del Seguro Social en el año 1943 trajo cambios importantes, la mayoría de ellos fueron para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y por lo tanto la sociedad en general vio atendidas algunas de las necesidades más apremiantes en su vida. La creación de instituciones de seguridad social, dentro de las que reconocemos más ampliamente al Instituto Mexicano del Seguro Social, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los trabajadores del Estado, el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los trabajadores, entre otros; le han dado al País la estabilidad social, política y económica que necesita para poder funcionar.

Podemos realizar más de una crítica a los servicios que prestan estas instituciones; si en alguna ocasión hemos tenido la necesidad de acudir solicitar algún tipo de atención sabremos que tienen un grave problema con su personal de ventanilla o escritorio, en muchos casos son personas que no muestran su mejor cara ante los derechohabientes, por decir lo menos. Por otro lado estas instituciones cuentan con aspectos muy positivos como profesionales de alta calidad, con una formación excelente y que se esfuerzan por brindar el mejor servicio. Podemos hablar de los equipos y avances tecnológicos con los que cuentan y podemos decir también que aún y con sus defectos, son instituciones que ayudan a conservar la paz social y que forman parte de la columna vertebral del estad mexicano.

Todo parece funcionar, tenemos un país más o menos estable, si dejamos de lado la lucha del gobierno por brindarle seguridad a la población, antes conocida como guerra contra el narcotráfico. Las empresas trabajan. Todos los días trabajadores, patrones, amas de casa, niños, desempleados, enfermos, estudiantes, etc. luchamos por salir adelante, al final del día todos tenemos un mismo fin, vivir lo mejor posible en este país.

Derivado de lo anterior me pregunto: ¿La seguridad social en México tiene que seguir funcionando como hasta ahora por que las cosas están relativamente bien? ¿Realmente la seguridad social en México está bien diseñada? ¿Podremos a través de la seguridad hacer cambios profundos en el país? Las respuestas pueden ser distintas y no por ello más o menos válidas. Yo mediante este artículo pretendo compartir mis respuestas a esas y otras interrogantes, por lo que tenemos que comenzar por el principio, el origen de la seguridad social.

Como sabemos durante el siglo XIX de nuestra era comienzan a surgir una serie de inquietudes sociales, principalmente encabezas por la clase trabajadora que es busca de mejores condiciones de vida se unió para lograrlo. Aquí es importante resaltar el hecho de que si bien la clase trabajadora fue la que encabezo los esfuerzos, esto no significa que sus reclamos solo se dirigieran a su vida laboral; levantaron la voz por las condiciones de “vida” en las que se encontraban sumergidos, es decir, luchaban como seres humanos, no solo como trabajadores. Tal vez por qué su estado de vida era tan precario y limitado, es que en un principio era difícil diferenciar entre la figura de la persona y la del trabajador. No es menos importante el reflexionar sobre la tardanza en las luchas sociales, lo tarde que llega para los trabajadores el reconocimiento de sus derechos. Es evidente la razón de la tardanza: El abuso del poderoso contra el débil, en todas sus formas y denominaciones a lo largo de la historia. La verdadera lucha comienza con la unión de los trabajadores, al ser conscientes de su fuerza, al entender que el poder económico, político o religiosos puede tener un contrapeso en la unión del pueblo en contra de las injusticias.

Uno de los problemas de la seguridad social en México tiene su origen aquí, en la confusión entre la lucha social y la lucha laboral. Como ya lo mencione los trabajadores fueron los que enfrentaron la problemática, pero esto no significaba que solo fuera una lucha laboral; era una pelea por sus derechos como seres humanos, por lograr que su nivel de vida fuera mejor. La lucha de los trabajadores era una lucha del pueblo en contra de un sistema que los mantenía hundidos en la miseria y la marginación.

Con el tiempo y tal vez por qué así le convenía al sistema en turno, las inquietudes sociales en México se canalizaron en la lucha obrera y por lo tanto la forma en que se pudo retomar el control fue a través de crear ordenamientos jurídicos que cubrieran muchas de las inquietudes de la clase trabajadora. Aquí surge de nueva cuenta el problema, la lucha era una lucha social, un reclamo del pueblo, que fue hábilmente manejado hacia los reclamos obreros. ¡Si cumplimos con los obreros la pelea termina, al final de cuentas yo voy a controlar! Dicho de otra forma, concentraron la problemática en un sector social y de ahí crearon los instrumentos para controlar al sector obrero.

Una vez que la gente se da cuenta del poder de la unión y después de muchos años le lucha logran por fin a finales del siglo XIX y principios del XX que se creen las primeras legislaciones formales que reconozcan sus derechos. Aún y en contra de todos los poderes en su contra logran su cometido, comienza una nueva era. El siglo XX trae consigo muchas promesas. México no es la excepción y en 1917 se firma la primera constitución en el mundo que eleva a rango máximo los derechos de los trabajadores, en 1931 se crea la Ley Federal del Trabajo y en 1943 nace la Ley del Seguro Social bajo el gobierno del Presidente Manuel Ávila Camacho quien en 1941 mediante el decreto de fecha 2 de junio, integró una comisión técnica quien tendría a su cargo estudiar la propuesta de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. (1)

En esta confusión entre la lucha social y laboral es que se crea el verdadero problema, que fue manejado por el gobierno de forma magistral: Existen reclamos sociales, requieren un sistema de previsión social, requieren que el estado les proporcione los medios para tener un nivel de vida digno, atención médica, servicios sociales, etc. La mejor solución es que si los trabajadores son los que están reclamando, pues a ellos les proporcionamos los servicios y se crea la seguridad social. Todo parece bien hasta aquí, los trabajadores van a contar con seguridad social, van a ser atendidos en la mayor parte de las posibles contingencias que se les puedan presentar en la vida. El problema real es ¿Quién paga la seguridad social?

La respuesta fue muy ingeniosa: La creación de un sistema tripartita de aportaciones: Patrón, Trabajador y el Estado. De entrada parece un sistema justo, los tres involucrados aportan.

Hoy en día este sistema siguen con aportaciones tripartitas, pero la carga más fuerte de la seguridad social es del patrón ya que paga alrededor del 70% de las aportaciones de seguridad social, mientras que el estado solo aporta el 5%.

¿Por qué razón la seguridad social se le carga en su mayor parte al patrón? ¿Por qué el Estado aporta tan poco? ¿La seguridad social es una obligación del patrón? ¿En dónde queda la obligación del estado?

Es precisamente en este punto en donde cobra importancia el hecho de haber confundido una lucha social con una laboral. Al momento en que el estado cubre los reclamos sociales, los disfraza con reclamos obreros y esto le da la oportunidad de unir la seguridad social con los derechos laborales y hacer que el patrón asuma esta carga fiscal.

Nadie puede negar que el patrón tiene la obligación de cubrir el 100% del seguro de riesgos de trabajo. Pero ¿Será su obligación cubrir cuotas mayoritarias en los seguros de enfermedades y maternidad, invalidez y vida, guarderías y prestaciones sociales?

Yo creo que no, creo que el estado le endoso al patrón estas obligaciones aprovechando las circunstancias. Creo que tal vez el patrón está obligado a cooperar pero no en estas proporciones, es más todos debemos cooperar por brindarle a la población en general seguridad social, pero no es justo que el estado sea el que aporta de forma minoritaria cuando es su obligación el brindar estos servicios a la población.

Si bien no propongo que los porcentajes se inviertan, si sería justo el librar al patrón de una carga fiscal que lo único que logra es limitar la capacidad de competencia de las empresas mexicanas, que crea un juego perverso en el que las autoridades se ven obligadas a negociar la ley con tal de contar con clientes cautivos.

Debemos entender que seguir por el mismo camino es condenar a las empresas mexicanas a cargar con un peso innecesario e injusto, que hace que los empresarios se preocupen más por los compromisos con el gobierno que por ser más productivos, la calidad de los servicios que se ofrecen podría ser mucho mejor si la empresas tuvieran un margen de utilidad más real, que no estuviera tan castigado.

Necesitamos replantear la seguridad social, no podemos condenar a un sector social a que se eche a hombros la seguridad social del país, claro que deben cooperar pero no en las proporciones que les obliga el estado. Debemos asumir un compromiso compartido, pero el estado debe entender que no somos enemigos, que si apoya al sector productivo, apoya a su mismo sistema, no podemos seguir haciendo las cosas como se hacen por el simple hecho de que así se hacen. Necesitamos replantear el rumbo de nuestro sistema, del estado del cual formamos parte todos. No deberíamos entender al estado como una dualidad opuesta Estado- Ciudadanos, somos parte de los mismo y como equipo nos debemos comportar.

El rediseño financiero de la seguridad social puede ser una muestra clara de que existe voluntad de hacer bien las cosas.

PD. El hecho de que el IMSS se encuentre en crisis financiera no es culpa de los patrones y más que una justificación debe ser un incentivo para hacer las cosas diferentes. ¿O mejor esperamos a que la crisis estalle?

NOTAS AL PIE:

1. De Buen Lozano, Néstor. Derecho dela Seguridad Social Manual. Editorial Porrúa. 2006. Pag. 31

 

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